martes, 10 de enero de 2012

Esto es una confesión de parte de la Presidenta respecto a violar las leyes respecto a los Pueblos Originarios, quien la procesa como ella manda a procesar a las vícitmas que reclaman para que haya justicia y los dejen en paz?

¿Qué significa hoy ser inteligente? ¿Cuál es el paradigma del progreso? ¿Cuál la diferencia entre tierra y territorio? ¿Hay alternativas al modelo extractivo? ¿Qué víctimas de los genocidios argentinos tienen derecho a pedir qué? Estas y otras tantas preguntas se disparan al conocer una conversación clave: la que mantuvieron en Casa de Gobierno 15 representantes de los pueblos originarios  con la presidenta Cristina Fernández, en mayo de 2010. Un debate frontal, sin medias tintas, de un tema central que está fuera de la agenda electoral, pero que es vital para comprender el modelo de país que está en marcha hoy y afectará el futuro de varias generaciones. El periodista Darío Aranda accedio al audio que registró ese encuentro. Ahora vos lo podés escuchar en lavaca.


los audios de la reunión:
http://lavaca.org/recuadros/el-debate-de-fondo/







Qué significa hoy ser inteligente?
¿Cúal es el paradigma
del progreso? ¿Cúal la diferencia
entre tierra y territorio?
¿Hay alternativas al modelo
extractivo? ¿Qué víctimas de los genocidios
argentinos tienen derechos a exigir
qué? Estas y otras tantas preguntas se disparan
al conocer una conversación clave:
la que mantuvieron en Casa de Gobierno
15 representantes de los pueblos originarios
con la presidenta Cristina Fernández.
Un debate frontal, sin medias tintas, de un
tema central que está fuera de la agenda
electoral, pero que es vital para comprender
el modelo de país que está en marcha
hoy y afectará el futuro de varias generaciones

Mayo de 2010
Bicentenario de la Argentina. Celebraciones
en el centro porteño. Y
una movilización histórica de los
pueblos originarios durante ocho días y
desde los extremos del país. Una Plaza de
Mayo que, por primera vez, desbordó de
gente para escuchar voces indígenas. Y una
reunión con la Presidenta que comenzó
con agradecimientos mutuos y clima ameno,
pero pronto pasó a los reproches y se
transformó, para las comunidades, en decepción.
Por primer vez, se hace público el
contenido de la reunión, donde la Presidenta
advirtió que priorizará la actividad
petrolera por sobre las comunidades, les
pidió ser “inteligentes” para aceptar los
avances de la modernidad y finalizó con
un implícito cruce sobre qué sector sufrió
más en la historia argentina.

Marcha y reunión inédita
Nunca en doscientos años los pueblos
indígenas habían llegado con tanta
masividad hasta el centro del poder
político de Argentina. Y el reclamo fue simple
y claro, el mismo de los últimos dos siglos:
territorio, rechazo a las empresas que
los desalojan y justicia frente a los atropellos
del pasado y el presente. “La tierra, robada,
será recuperada”, había sido el canto con el
que las comunidades de diez provincias ingresaron
a Plaza de Mayo. Aclararon que no
marchaban para festejar el Bicentenario, sino
para “mostrar que seguimos vivos.
La movilización había comenzado el 12
de mayo en Jujuy, Misiones y Neuquén, atravesó
diez provincias y contó con la presencia
de treinta pueblos indígenas. Una multitud
en Plaza de Mayo y quince dirigentes indígenas
en Casa de Gobierno, junto a la presidenta
Cristina Fernández de Kirchner.
La reunión comenzó con la palabra de dirigentes
de la marcha. Todos agradecieron a
la Presidenta por haberlos recibido y, de distinta
manera, todos remarcaron logros de la
gestión kirchnerista. Como segundo paso,
los reclamos, expresados por estas voces:

“En 200 años de Estado argentino no se ha sido
incluyente para los pueblos indígenas.
Hasta hoy se sigue perdiendo territorio. Los
hermanos siguen perdiendo vida por defender
el territorio. El territorio es para nosotros la
farmacia y el supermercado (...) Para qué va
mos a pedir escuelas, para qué vivienda, para
qué vamos a pedir salud si no hay territorios
donde los pueblos indígenas puedan estar”.
“Es una deuda histórica que el Estado tiene
y que ya no da para más. El Estado tiene
que comenzar a tomar medidas de fondo,
profundas, porque la situación de
marginación cultural, política, económica
de los pueblos indígenas no tiene que ver
con la época. Se han aprobado numerosas
leyes, constituciones, declaraciones universales
como la de Naciones Unidas sobre
derechos de los pueblos indígenas. Lo
que falta de manera urgente son políticas
de implementación de esos reconocimientos.
Nuestra propuesta tiene como ejes la
reparación territorial, reparación cultural y
educativa, reparación económica. El Instituto
Nacional de Asuntos Indígenas no
puede dar respuesta acabada y adecuada
para la realidad de las más de treinta naciones
que hay en Argentina. No tiene la
entidad suficiente, el presupuesto suficiente,
no tiene la capacidad administrativa, jurídica,
política para dar respuesta”.
“La ley en mi provincia no se cumple. Hay
una ley que dice que no hay que desmon-
tar la tierra nuestra y se sigue desmontando.
Se sigue destrozando el medio ambiente.
Tenemos claro que los pueblos originarios
no se están teniendo en cuenta y
queremos que se comience a tener en
cuenta. Hay veces que nos roban la tierra
(...) Cayó una empresa de la noche a la
mañana y dicen que descubrieron petróleo,
y están los hermanos de los pueblos
originarios y los están corriendo las topadoras.
Si eso (la contaminación y la violencia)
significa el avance tecnológico (...)
no lo queremos, porque la Madre Tierra se
ha enojado por todas las cosas que estamos
haciendo con la tierra, con el agua...
se sigue contaminando”.
“Las cosas han cambiado, el mundo ha
evolucionado y si te descomponés y te
tengo que operar, no te puedo operar en
el medio de monte, te tengo que operar
en un hospital (...) ¿Se entiende lo que
digo? Porque sino caemos en lo otro,
que es en el indigenismo, como una deformación
del respeto a las culturas de
los pueblos originarios. Además de trabajar
mucho, hay que hacerlo con la inteligencia
y racionalidad de conservar
los grandes valores culturales que cada
pueblo trae, pero también aceptar las
cosas que la modernidad nos da para
poder vivir mejor. Milagro: el tema del
petróleo, bueno... el petróleo es una cosa
que la necesitamos también, porque
yo quiero contarles, como Presidenta,
que si no tenemos el petróleo lo tengo
que importar. Y si lo tengo que importar,
tengo que destinar muchos recursos
que los podría destinar para otras cosas.
Si lo encuentro acá, en el país, es mejor
para todos. Esto no significa que la gente
que, por allí necesariamente... -y fíjense
que estoy diciendo algo que por
ahí alguien va a querer tirarme un piedrazo
por la cabeza-, pero como yo digo
lo que pienso (...) quiero serles absolutamente
sincera. Si hay petróleo en un lugar
y los que están allí tienen que ser...
en todo caso llevar a ese contingente de
compañeros a otro lugar, exactamente
con las mismas características y condiciones,
pero no podemos dejar, Milagro,
de sacar el petróleo porque lo necesitamos
para poder desarrollarnos, para poder
vivir. Creo que tenemos que ser, por
sobre todas las cosas, inteligentes. Ser
inteligentes no nos va a hacer menos tributarios
de nuestras culturas originarias,
al contrario. Lo que tenemos que
hacer, en todo caso, es poder participar
de los beneficios de esas cosas que se
encuentran. Y lograr que, si te vas a otro
lugar, en ese otro lugar te pongan una
escuela, un hospital, un dispensario (...)
O sea: utilizar nuestra inteligencia para
poder negociar. Si actuamos con inteligencia
y el sentido de mejorar, de progresar,
que no significa renunciar a lo
que uno piensa, pero... Yo escuché sonar
celulares aquí. Ustedes tienen celulares,
no están negándose, no se comunican
como antes, con humo. Necesitás el celular
para comunicarte y no significa
que dejes de ser un pueblo originario.
Por eso yo creo que tenemos que ser realistas
también, sinceros y sensatos ¿no?
Si suena el celular y te comunicás por
celular (...) eso no significa que te tengas
que vestir como quieren en un supermercado
o en un shoping, pero tampoco
niegues las ventajas que ha traído el
progreso y, además, que vos también estás
utilizando”.
Sorpresa y golpes bajos
Al menos tres aspectos habían cambiado
el ánimo de la reunión:
1) No hubo ningún anuncio concreto por
parte de la Presidenta respecto a los pedidos
que impulsaron la marcha.
2) La confirmación de que el modelo extractivo
(ejemplificado con el petróleo)
iba a tener prioridad por sobre territorio
indígena impactó a los dirigentes de las
comunidades allí presentes. La hipótesis
de que se daría otra parcela “exactamente”
igual puede sonar como propuesta
compensatoria a los oídos de un
productor rural o un habitante de ciudad,
pero para los pueblos originarios
no existen dos sitios iguales e intercambiables.
Además, representaría una vio-
lación a la legislación nacional e internacional,
que reconoce derechos sobre
el territorio que obligan a empresas y
Estados a respetar tiempos y procesos
de los pueblos indígenas.
3) El discurso de la Presidenta duró 14 minutos
y 57 segundos. Instó en nueve oportunidades
a los pueblos originarios a ser
“inteligentes” para negociar y aceptar los
cambios. También los convocó a ser “realistas”
y “sensatos”.
La reunión agonizaba cuando, de improviso,
tomó la palabra la Amta (guía espiritual)
del pueblo-nación warpe, de San
Juan:
“Le pido que tenga una reflexión en relación
a estas cuestiones porque no es sólo
un problema de discriminación, es una
deuda histórica que el país de los argentinos
que va a cumplir 200 años todavía tiene.
Soy capaz de decirle en la cara y mirándola
a los ojos (...) Voy a decirle a usted:
tenemos mucha inteligencia. No se trata
sólo de organizarse y ser inteligente cuando
tenemos un territorio avasallado por
las trasnacionales, la minería en particular.
Tenemos más de la mitad de nuestra
provincia desértica, no hay agua, no tienen
agua los pueblos para tomar. ¿Qué tendremos
que hacer? ¿Una marcha por el
agua? Son muchas marchas ya (...) No hay
medidas efectivas para resolver. No es un
problema de tierras, es un problema de terri-
to-rio. Somos un pueblo espiritual y de
re-sis-ten-cia (...) Hemos resistido pero también
necesitamos de un Estado nacional y
provincial que ejecute las leyes”.
“Señora Presidenta: la pregunta es... nosotros
hace un par de semanas hemos presentado
documentos con una serie de puntos
y problemas que atraviesan a todos los
pueblos indígenas. Y el objetivo de hoy era
llevar una respuesta concreta de usted.
Quería saber si ha llegado a usted ese documento
y si tiene alguna respuesta”.
La presidenta le respondió con un tono
muy distinto al del inicio de la entrevista:
“Todos hemos sufrido en estos 200 años. Es
más: hay un montón que ni siquiera lo
pueden contar, porque no están, más o menos
30 mil. Había compañeros míos y de
mí edad y desaparecieron. O sea que yo
creo que el respeto por los sufrimientos debe
ser por el resto de todos los que hemos
sufridos en estos 200 años. Ahora estamos
un poquito mejor que hace cien años y un
poquito mejor que en 2001 cuando en esta
Plaza (de Mayo) no reprimieron a los indígenas
y a los pueblos originarios, que no
estaban; reprimieron a argentinos que vivíamos
aquí, que vinieron a protestar por lo
que estaba pasando. O el 14 de junio, cuando
yo estaba y vinimos a protestar por lo
que estaba pasando en Malvinas en 1982 (...)
La historia contémosla completa y no pensemos
que la historia empieza y termina con
nosotros mismos. Esto no es así. No es así”.
Fin de la reunión
El audio deja escuchar pocos
aplausos.
Minutos después, por cadena
nacional, en el Salón de las Mujeres del Bicentenario,
la Presidenta anunció la firma
de dos decretos (700/10 y 701/10) que
otorgaban becas de estudios, financiamiento
para diez radios FM y la creación
de una comisión para analizar la situación
de la propiedad comunitaria indígena.
Epílogo
Ahora, a pocos días del 12 de octubre
de 2011, Paz Argentina Quiroga,
Amta (guía espiritual) del Pueblo
Nación Warpe, escribió una reflexión sobre
lo sucedido aquel día en Casa de Gobierno:
“La marcha de los pueblos indígenas
de mayo de 2010 marcó un antes y un
después en la vida de este país. No hubo
respuesta a los reclamos, pero no fue un
fracaso. Permitió el encuentro y el reencuentro
de miles de ancianas y ancianos,
autoridades naturales de nuestros pueblos
(...) La Marcha mostró que los pueblos indígenas
somos y estamos de pie. Y no sólo
en la resistencia, sino en la lucha por recuperar
nuestros territorios y organizarnos
para defender nuestras familias, nuestras
semillas y nuestra identidad. Al estar sin
respuestas nuestros reclamos y propuestas,
nos hace pensar que una vez más
quienes nos gobiernan nos dan la espalda,
intentando conformarnos con anuncios
que carecen del espíritu de una verdadera
reparación histórica y no solucionan
los verdaderos conflictos en los territorios
donde habitamos. Los territorios no son
recursos sino por el contrario: son nuestra
propia vida”.

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